Noticia


22/04/2012

25 AÑOS DE VIGENCIA

DOS MINUTOS HIZO TEMBLAR AL BARRIO DE PALERMO

LA LEGENDARIA BANDA DE VALENTÍN ALSINA OFRECIÓ UN CONCIERTO EN GROOVE Y DEMOSTRÓ QUE SU FUERZA SIGUE INTACTA

Por: Darío Silva

Ayer por la noche, la inoxidable banda de punk-rock nacida en Valentín Alsina, allá por 1987, se presentó en Groove de Palermo y demostró una vez más que a pesar de su largo recorrido de 25 años, aún puede hacer poguear a las nuevas generaciones de punkrockers y a los pocos treintañeros que todavía siguen a la banda desde sus inicios, como es el caso de quien escribe esta nota. El barrio, el laburante, el bar, la cerveza; tópicos comunes de sus canciones, tal vez sean la clave para que siga el romance entre esta banda de punk proletariado y sus fans.
El ambiente de Groove había sido previamente calentado por Las Manos de Filippi, banda invitada que con sus temas contestatarios involucrados con política y actualidad, hicieron saltar tanto a fans propios, que se hicieron presentes en buen número, como a los ajenos. El clima era bueno y la aparición de la banda de Lanús se aguardaba templando el espíritu con cerveza. Alrededor de las 11 de la noche finalmente se escucharon los primeros acordes ansiados.

A pesar de sus 45 años, “Mosca”, voz y líder de la banda, demostró que está a la altura de las exigencias que demanda este tipo de música en vivo. Con su típico gesto de tocar una guitarra invisible y sus saltos constantes, demostró que aún conserva buena parte de su agilidad de los 90’. Entre clásicos y temas de su ultimo disco, “Vamos a la granja”, su repertorio fue un paseo a lo largo de todos sus éxitos, principalmente de las canciones del primero y segundo disco, “Valentín Alsina” y “Volvió la alegría, vieja”, respectivamente.

Recordemos que, de la formación original solo sobrevive “Mosca” y “Papa” (bajista), pero los músicos que se fueron incorporando a lo largo de los años siempre contribuyeron a renovar fuerzas y aportaron lo suyo tanto en la composición de nuevos temas, como en la evolución de su estilo. Esta última formación ya lleva varios años y parece haberse consolidado tanto en lo musical, como en lo sentimental.

De un comienzo con canciones típicas de punk barrial, en los cuales se hablaba de la cerveza, falta de trabajo, la guerra de Malvinas, el bar, etc; fueron evolucionando a discos más conceptuales como los dos últimos, donde se resaltan las sensaciones, lo existencial, las experiencias a través de las drogas. Trascienden a un plano más allá de la típica descripción del barrio que relataban en sus inicios, y tratan de plasmar en sus canciones las experiencias vividas en todos estos años a nivel espiritual; tal vez una señal de que más temprano que tarde la banda llegará a su fin. Nada es para siempre.

Pero, el presente nos dice que las guitarras distorsionadas todavía no nos defraudan y que esa voz desprolija de “Mosca” aun quiere cantar esas canciones tan simples como reflexivas que a muchos adolescentes les sirvieron para despertar su rebeldía y empezar a ver con otros ojos las cosas simples como el barrio o la realidad del trabajador en el que finalmente, tarde o temprano se convertirán.   

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