entrevista

por Claudia B. Solis

ASÍ SUEÑAN LOS ADOLESCENTES
Aunque algunos estudios los consideran jóvenes viejos, ellos aún tienen proyectos

Según la ONU, las cifras de maternidad adolescente en el mundo crecen considerablemente. En Argentina, de 700 mil partos que se producen anualmente, 100 mil corresponden a menores de 19 años. Si consideramos que esta etapa se caracteriza por ser una transición entre la niñez y la adultez, entonces, ¿cuáles pueden ser los motivos, las causas o los fines de esta decisión, cuando la misma se produce? Si tenemos en cuenta que para ser madres es necesario tener la capacidad y la madurez suficientes como para enfrentar dicho reto, ¿cómo es posible que gran cantidad de adolescentes elijan comenzar de esta manera, haciéndose cargo de tal responsabilidad? ¿son conscientes de ello?
Casi diariamente nos enfrentamos a esta realidad y hasta dejamos de sorprendernos cuando recibimos la noticia. Sin embargo, si lo analizamos, no dejamos de preocuparnos por el futuro de estos jóvenes y por supuesto, por el de sus hijos. Algunas investigaciones consideran que la adolescencia ya no puede ser considerada como hasta hace algunos años, sino que la crisis ocasionó una nueva generación de “jóvenes viejos”, que ante la necesidad de tener que hacerse cargo de sí mismos o de ayudar a sus familias económicamente, ésto los hizo crecer de golpe. Algunos autores como Mabel Blanco, Cecilia Correa y Luciana Peker (Fundación Estudio e Investigación de la Mujer), consideran que los jóvenes perdieron sus proyectos e ilusiones. Sin embargo, en mi profesión como docente, puedo y quiero disentir. Porque a pesar de abandonar sus estudios, insertarse laboralmente en forma prematura y en malas condiciones, modificar sus vivencias con respecto a las salidas con sus amigos, etc, etc, estos jóvenes aún siguen soñando, esperan nuevas oportunidades, siguen enfrentándose a la vida y a sus obstáculos.
Incluso a veces, cargamos con nuestras propias desilusiones y las colocamos sobre vidas ajenas. Entonces, en forma casi automática, podemos aceptar comentarios tales como “no progresan porque no quieren” y otros un poco más subidos de tono en cuanto a la “igualdad de oportunidades” que tantas veces pregonamos. Pero no sería justo para aquellos que a su manera, siguen luchando, enfrentándose hasta a sus propios errores.
Tal es el caso de tres jóvenes amigos que por distintos motivos, se enfrentan a la vida y nos cuentan sobre sus sueños, sus logros, sus ilusiones y también de sus errores.
Matías, 21 años, empleado en un lavadero de autos, quien vive con sus 2 tíos solteros, nos narra acerca de su experiencia en su corta vida:
Matías: Estudié el primario y tengo el secundario incompleto
-¿vas a seguir?
Sí, el año que viene.
-¿cerquita de tu casa?
Sí, en la esquina
-¿por qué vas a seguir?
Porque me sirve…me di cuenta
-¿cómo te diste cuenta?
y… trabajando, cuando iba al trabajo, me rechazaban porque no tenía el secundario. Siempre trabajé en negro y ahora también, pero… trato de buscar algo…
-¿por qué trabajás?
Me mantengo solo… en casa no  falta nada, pero, para no molestar…
-y tus amigos, conocidos, ¿terminaron el secundario?
La mayoría no.
-¿por qué creés que no?
Antes le ponían más dedicación al secundario… cambiaron las cosas,…se fue degenerando la juventud.
(…)Si tuvieran una carrera universitaria, serían sus propios jefes.
-y a vos, ¿te gustaría seguir?
Ya con la edad que tengo, no me da…
Si lo hubiera pensado de chico, lo hubiera pensado dos veces, pero como siempre me dieron todos los gustos, no me calenté. Uno cuando crece se da cuenta de las cosas.
Si me dieran la posibilidad, obvio, la aprovecharía. ¡sí, lo haría! Si es mi futuro…
Sí…progresar, comprar una casa, un auto, tener un futuro digno.
-¿estás arrepentido de algo?
Sí, de no haber estudiado…
Matías no es papá adolescente, pero tiene que hacerse cargo de su propia vida, y para ello cuenta con su pequeña familia, sus amigos y sus sueños…
Barbi y Ani, dos amigas de 19 y 20 años respectivamente, son mamás solteras y decidieron hacerle frente a la vida. Ambas estudiaban el profesorado de educación física en una institución privada y por problemas económicos y ante la necesidad de cuidar de su bebés, decidieron abandonar. Sin embargo cuando les pregunto acerca de sus sueños, Barbi me responde:
Vivir con mi hijo en una casa propia y trabajar como profesora de educación física.
Ani contesta algo muy similar:
-Si alguien te pudiera cumplir un deseo ¿qué pedirías?
1-ser profesora
2-una casa propia
3-ser feliz
Los tres amigos se arrepienten de lo mismo, de no haber estudiado antes pero no bajan los brazos, tienen proyectos y eso los convierte en pequeños héroes.

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