Por Matías Ezequiel Bouchet

ENTREVISTA A UNA INMIGRANTE ESPAÑOLA QUE ELUDIÓ LA GUERRA
“Viví bien”
La señora Ester Lestón nos conmueve con su historia de vida.

Durante la fresca tarde que invadía la ciudad de Avellaneda, en la localidad de Sarandí, entrevistamos a Ester Lestón, quién sufrió de pequeña la crisis española y las Guerras Mundiales que azotaban a toda Europa. En consecuencia de estos terribles acontecimientos, la familia de Ester decidió venirse a comenzar una nueva vida a la Argentina. Durante la charla que mantuvimos, nos contó todo tipo de anécdotas, desde las más emotivas hasta las más fuertes experiencias de vida; finalizando con su acomodamiento en la localidad de Sarandí. Por este motivo, los invito a que se enteren sobre sus comentarios y, sobretodo, a involucrarse a una vida tan tensa como romántica. 

Ester Lestón 
¿En qué año nació?

12 de Abril de 1934.

Durante su infancia, ¿qué cosas hacía?

De chiquita ya iba a sembrar patatas con mi madre. Trabajaba, y le ponía con un hierro que tiene dos cuernos, carpía la tierra.

 ¿Algo parecido a un rastrillo?

Algo parecido, sí.

¿Y sus padres?

Mi padre no lo conocí hasta los diecisiete años, porque él me encargó y se vino para acá.

¿Y su madre?

Mi madre siguió trabajando en España. Trabajaba en la tierra, iba a trabajar a casas ajenas, sembrar patatas, sembrar maíz, sembrar trigo, pero todo a mano. Y eso cada uno lo llevaba a su casa, era para uso personal.

¿Tenía hermanos?

Una hermana

¿Era más grande que usted?

Cinco años, más grande.

¿Qué hacía su hermana?

Ella iba a trabajar a “atar”. Iba a remendar las redes para pescar, para hacer pesca.

¿Iba al colegio usted?

Iba al colegio, sí.

¿Cómo le iba en el colegio?

Bien, bien… Iba bien.

Los amigos que tenía del colegio, ¿también trabajaban?

También trabajaban. Si, éramos de un pueblo muy pobre; porque era un pueblo chiquito, y pobre.

¿En donde queda su pueblo?

En Muros, Galicia.

En esa época, ¿Cómo se vivía en España?

Se vivía mal. El que tenía comía, y el que no tenía no comía. Y venían los fascistas y nos sacaban la comida que teníamos y se la llevaban. Era en el tiempo de la guerra. Nos llevaban la comida, las frazadas para dormir ellos en el Monte y comer.

¿Tenía vacaciones?

No, no. Y si no teníamos ni para comer. Estábamos mal, porque nosotros teníamos poca tierra. El que tenía terrenos comía. Y a lo mejor, vendíamos un canasto de patatas para poder comprar un pedazo de pan.

Esa época se la caracteriza por tener una serie grande de problemas y como usted era chiquita, mucho no podía saber tampoco. Pero su madre, ¿Le contaba algo sobre esto?

No, no. Mi madre tampoco me contaba porque ella no sabía tampoco. De Madrid a Muros, no se sabía nada. No había diarios como ahora, ni radios. Yo una radio no teníamos. Llegaban tarde las noticias.

La situación económica de España, ¿era para todos la misma?

Menos los que tenían mucha tierra

Porque era todo por tierras…

Tierras, si. Era tierra, y el que tenía algún marido navegando vivía bien.

¿Por qué su padre se vino para la Argentina?

Porque quería mejor vida, quería pasarlo bien él y a nosotros no nos mandaba nada. Un paquete de ropa de vez en cuando. Venía para acá para buscar trabajo, acá había trabajo.

¿Cómo fue que decidieron venirse para la Argentina?

Yo no me quería venir, pero mi hermana estaba acá ya, con mi padre. Y le mandó una carta a mi madre que nos preparáramos que nos mandaba los pasajes. Y yo le dije, contestale que yo no quiero ir.

¿Por qué no quería venir?

Porque no sabía donde era, toda gente nueva. Y bueno, le contestó mi madre la carta y después, le contestaron ellos que si no veníamos para acá que nos olvidáramos de ellos. Entonces le dije a mi madre, contestale y decile que nos mande los pasajes. Y nos venimos.

¿Cómo se vino para acá?

En barco, dieciséis días en barco. En el barco “Buenos Aires”.

¿Mucha gente?

Si, se venía mucha gente. Comer comíamos bien, nos daban bien de comer. Para dormir, había camas. A nosotros nos tocó un camarote con veinte camas, había veinte personas ahí.

¿Cómo los sobrellevó los dieciséis días?

Mal, porque era muy lejos y el barco no venía rápido. Venía despacio. Y un día pescaron dos tiburones y nos dieron tiburón para comer. Horrible, no lo comí.

Y cuando llegó a Argentina, ¿Qué primera impresión tuvo?

Ah, muy buena. Me recibieron bien, sí, sí.

Aparte de su padre, ¿la estaba esperando alguien más?

Había más gente que yo no conocía, muchísima gente.

Cuando llegó a Argentina, ¿a dónde fue a vivir?

A la calle Santa Fé y Esmeralda (Capital Federal). De portero estaba mi padre ahí.

¿Cómo se mantenían?

Con lo que él ganaba de portero.

¿Su madre no trabajó acá?

Trabajó lavándole la ropa a los dueños de la casa.

¿Alquilaban?

No, en el edificio había vivienda para el portero, y ahí entrábamos todos.

Y cuando se vino para acá, ¿salió a trabajar o siguió el colegio?

No, no, trabajé.

¿Qué edad tenía cuando vino?

Diecisiete años

¿De qué trabajó?

Cosiendo pieles.

¿Quién le enseñó a coser?

Fui de aprendiz. La casa donde vivíamos tenía un negocio, y ese negocio, los dueños eran españoles y me emplearon a mí. Había personal, me explicaron, me enseñaron y trabajé de eso.

Hasta el día de hoy, ¿siguió trabajando de eso?

Sí, sí, me casé y vinimos para acá (Sarandí) y acá seguí trabajando en el negocio, y después el negocio cerró y me busqué otro negocio.

¿Con quién se casó y cómo lo conoció?

Con Antonio Mayo, íbamos juntos al colegio, en España. 

¿Él se vino para acá en la misma fecha que usted?

En el mismo año, en distinto barco. El vino en el “Entre Ríos”, después.

¿Cómo hacían para verse acá?

Nos visitábamos, él vivía en la calle Pergamino, acá en Sarandí. Yo vivía en Capital y él en Avellaneda. Y él empezó a trabajar en el “Continental” de cocinero. Después fue al “Gladys”, también de cocinero. Y después fue al “Plaza”.

Y mientras usted…

Trabajaba, estaba soltera en aquel tiempo. Yo me casé en el ´64.

¿Tuvo hijos?

Dos hijas.

¿Se casó y vino para Sarandí o vino antes de casarse?

No, después. Mi madre ya había muerto.

¿Y su padre?

Vivía, pero yo con mi padre no me llevaba bien. Él quedó de portero allá, hasta que mi hermana fue a hacer lío y lo echaron. Le fue a pedir plata, porque mi hermana quería que mi padre la mantuviera. A ella y al marido, a los dos. Él trabajaba de mecánico, el esposo de Maruja, mi hermana.

Cuando se vino para Sarandí, era como empezar una vida nueva. ¿Siguió trabajando allá?

Sí, me iba para allá con el 17. Se viajaba bien, yo me tomaba el 17 a las ocho de la mañana y entraba a trabajar a las nueve. Salía a las siete de la tarde, y tenía una hora para almorzar.

¿Cuándo fue que dejó de trabajar allá?

Cuando iba a nacer Rosalía. Primero nació Patricia, que la cuidaba Dolores, la madre de mi marido. Patricia nació en el ´65 y Rosalía en el ´70. Entonces el negocio cerró, y un peletero me ofreció darme trabajo por mi cuenta. Y traía el trabajo acá a casa y lo hacía. Antonio y yo. Le enseñé yo a mi marido, yo estaba cosiendo y él mirando como hacía, entonces le dije yo: bueno, a ver que te preparo un saco y le das la vuelta a la manzana. Vuelta a la manzana, es coser alrededor de la tela. Y aprendió, y trabajábamos los dos.

¿Antonio había dejado de trabajar de cocinero?

Claro, dejó de trabajar de cocinero y se fue a trabajar en el bar del subterráneo, los subtes, en un bar que hay ahí en Constitución. Después de ahí, lo buscaron acá en un frigorífico, hasta que se peleó con los dueños y se fue al “Bar Sarandí”.

Usted, ¿trabajó siempre para el mismo peletero?

No, para el mismo peletero no. Trabajaba para otros, porque ese no me quería pagar lo que yo le pedía. Entonces, lo dejé y agarré otro que me pagaba más. Y ahí me quedé con ese, hasta que se enfermó Antonio, y lo dejé. No trabajé más.

Desde que llegó de España, ¿vivió bien?

Bien, bien. Era en el tiempo de Perón. Ese año se vivía muy bien, aunque ahora quieren que me vaya para allá. Pero yo me quedo acá…

Luego, ¿volvió a España alguna vez?

Fui a visitar, varias veces. Fui en el ’91, la primera vez, estaba de Presidente Ménem. Y después fui con Patricia, su esposo y sus hijos, pero no me acuerdo el año. Después fui otra vez, con Antonio fuimos dos veces más. Y ahora fui hace un año.

¿Volvió a ver a algún familiar?
Sí, fui a verlos a todos. Estaban bien, la crisis no estaba, creo que Franco ya no estaba…

¿Dónde estuvo parando en España?

En la casa de una hermana de Antonio, en Muros…

¿Pudo conocer algún lugar más de España, además de Galicia?

Conocí muchos lugares, Toledo, Sevilla, Marbella…

Y sus hijas, ¿qué hicieron acá?

Una está en España.

¿Cómo le está yendo allá?

Mejor que acá. A pesar de la crisis económica, se está mejor allá que acá. Porque hay más estabilidad. Se casó, tuvo dos hijos. Armó una familia, pero se queda allá.

¿Y su hija más grande?

Vive acá, los primeros años le fue bien, pero hubo años que anduvo mal.

¿Estudiaron acá sus hijas?

Sí. Patricia Abogacía y Rosalía nada. Trabajó en Lojack en Belgrano, cerca del hipódromo de Palermo. Y después se fue para España, soltera, y se casó con un gallego.

¿Se podría decir que desde que llegó de España, hasta ahora, la pasó bien?

La pasé bien… Por ejemplo, acá en los bailes se alquilaba un salón entre los gallegos, el Centro Gallego, el Centro Asturiano, a todos esos clubes íbamos los sábados.

 Aparte de coser, ¿Qué más aprendió a hacer?

Cocinar, cocinaba de chiquita. Porque mi madre iba a trabajar, y me dejaba a mi la olla preparada para poner al fuego. Hacía puchero o pescado, guiso de pescado.

Desde que se vino a Sarandí hasta ahora, ¿hizo amistades?

Vecinos, nos saludamos mucho con los españoles, con paisanos que viven por acá. Una vive en Villa Domínico, otra vive acá en la calle Serrat y Belgrano…

Para finalizar, si usted podría volver al pasado, ¿cambiaría algo?

No, no, no. Estoy conforme con lo que viví, lo único que ahora la plata se va todos los días porque no hay estabilidad. Cobro jubilación y no me alcanza, si tengo que pagar alquiler no como.

¿Se podría decir que vivió bien?

Viví bien. 

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